domingo, 24 de marzo de 2013

LA CERRADURA Y LA LLAVE.



Hay una cerradura siempre cerrada ante mis ojos, que no se abre, dichosa sea, por más que la miro y la grito en voz alta lleno de rabia, y la lloro desconsolado. No me deja traspasarla y respirar un nuevo aire. Me bloquea los cinco sentidos hasta condenarme a una cadena amarrado paralizándome de lleno el alma. Se anida entonces en mí la pereza como un ovillo de lana en el que no hay manera de destripar el interior para desatar el nudo del principio con el final que lo sujeta. Y el tiempo se diluye lento arañando dolorosamente cada resquicio de mi juventud, dejando entrever los miedos que aguardan ansiosos por nacer en mi mente. Lo sé, me arrepentiré cuando sea viejo por haberme quedado mirando esta maldita cerradura que me amarga el humor y me ausenta del amor, pero escapar resulta difícil. Mi boca sólo escupe palabras desgastadas pidiendo clemencia, rogando una ayuda que nunca llega, un abrazo que espante de un plumazo esta sensación de inconsistencia. Y yo, que ni siquiera a ratos me entiendo, ya no creo en mí como lo hacía en el pasado. A veces ni me reconozco en el espejo, veo mi reflejo oscuro, turbio, raro. ¡Qué asco! El mundo parece conspirar para hacerlo todo más complejo, las nubes negras no se marchan y la lluvia, desorientada, me empapa de los pies a la cabeza. La gente camina cabizbaja cuando mi vaso tan sólo quiere salir a flote y colmarse de agua. Pero me harto y huyo, como un exiliado, a mi encierro en mi cajita de cristal donde paso las horas sin pasión alguna, cumpliendo condena en soledad. Lo siento por los que tengo a mi lado, ellos no tienen culpa alguna. La angustia escala peldaños hasta alcanzar la cima y envenenar las facciones de mi cara dormidas. Ya no encuentro en mí esas arrugas que se asomaban en el perfil de mis ojos; ni siquiera las veo bailando al borde de mis labios rojos. Ya basta. Cojo aire con fuerza, el suficiente para llenar mis pulmones, y cierro este batallón de negatividad desbordada. Subo la persiana de mi habitación y me sumerjo en mi bañera llena de agua. Mi cuerpo desnudo me ofrece, en un instante, un pequeño resquicio de lo que fui, de lo que aún me queda por ser, y entonces suspiro mientras acaricio suavemente mi piel. Dejo escapar al aire, en sólo un segundo, todas las dudas existenciales, y en medio de un parpadeo me veo iluminado, sincero, con forma de llave. La misma que abre esa maldita cerradura que todo lo cierra. 



Fotografías tomadas en La Granja de San Ildefonso el 18 de Marzo de 2013.









martes, 19 de marzo de 2013

PRIMAVERA QUE NUNCA LLEGA.



Las noches parecen ahora más largas que hace tiempo. Los minutos pasan sin compasión por mis dedos, diluyéndose lentamente como si fuera a perderme en ellos. Todo tiene una enorme consistencia en mi entereza y el frío cala ya de los pies a la cabeza. La primavera que nunca llega.

Va para largo este invierno que me trajo de vuelta al hogar, y en mi habitación me veo perdido buscando de nuevo el principio de las cuestiones más amargas. Malditas musarañas. Entre sábanas gélidas y recuerdos de una vida pasada gasto las tardes buscando respuestas calladas. A veces me desvío y desvarío. Entre tanto desatino quisiera que tú me alumbraras. Estás en mis suspiros pero te ausentas en la respiración que acompaña. Me enredo en mi propia tela de araña.

De repente se desprende una bella flor posándose en mis pestañas y suena una hermosa melodía encallada en los tímidos pálpitos de mi corazón. Cierro los ojos para flotar en la noche, antes justo de dormir. Brotan los almendros de nuevo dándole color al cielo que todavía busca consuelo en mis ausentes ganas por verme sin ti.

Primavera, que a la vuelta de la esquina espera, vuelve con ese aire de amor que dejaste en el olvido. Altera el pálpito de mi sangre y dale un vuelco a sus latidos. Haz que lluevan cantaros de margaritas prefabricadas sobre sus manos y cólmale con sólo cosas buenas. Trátale como a un buen chico y cuídale como tú sabes. Yo volveré para con él reencontrarme en el sendero, para ponernos al día de cómo nos fuimos alejando y perdonar cuánto perdimos por miedo. Y dile, con ese aire suave que sólo tú posees, que le esperaré hasta que la muerte me lleve hasta Marte. 




 Fotografías tomadas en el Paseo de la Castellana en Madrid la tarde de lluvia del 19 de Marzo de 2013.








miércoles, 13 de marzo de 2013

NUBES DE COLOR DE ROSA.




Nubes de color de rosa atardecen mi ternura y yo me siento profundamente humano. Aún arrastro los resquicios de la pereza anidada en mis pasos pero ya no me ausento cuando estoy descalzo. Ahora puedo saltar en los charcos, puedo mojarme el corazón como antaño. Paseo por la vida que tanto me ha dado y no escatimo en sueños; soy un niño relleno de adulto con la inocencia cuidada a descaro. Hay un sol brillante colándose entre los matorrales que busca anidarme en sus rayos y guiarme siempre hacia la luz. Y aunque oscurezca más que de costumbre últimamente, aguanto porque estoy vivo, y tengo palabras para volar. Despego sin combustible pero floto como un pájaro en el aire: soy libre en mis decisiones. Me descalzo y tras ello me desnudo; me muestro natural al mundo. Busco la esencia de mi alma y me encuentro vagando profundo en una noche de niebla calmada. Respiro lo gélido del ambiente y me acurruco. Abrazo a mi almohada y le susurro, en una tenue voz baja, que todo saldrá bien mañana.


Fotografías tomadas en dos atardeceres de Febrero de 2013 desde mi habitación en San Sebastián de los Reyes.






martes, 12 de marzo de 2013

OCÉANO DE DUDAS.



Vuelo sobre un océano turbio de dudas que se descubre bajo mis pies, pero hay calma en este cielo nocturno vestido de luz de luna llena y estrellas, que allá en el horizonte mantienen fija su estela. Me asusto y respiro. Parpadeo y miro mi reflejo en esta ventanilla con vistas a un mar de nubes de algodón calladas. Vuelo de Nueva York a Madrid buscando de nuevo mi latir. Asusta. Se llenan de incertidumbre las reservas de toda esta calma interior construida a conciencia y siento que me falta el aire a miles de metros de altitud de la vida soñada. Se acaba el viaje de ensueño que me ha ofrecido tanto para tener con qué colmar mis bolsillos. Los demás duermen en estos incómodos asientos, pero yo no puedo, no alcanzo a enmudecer este millón de suspiros. Mis planes tenían fecha de caducidad y ahora sólo veo infinito lleno de tiempo libre para encontrarme de nuevo, a mí mismo. Barajo entre mis cartas estudios que a veces parecen no contarme nada, pero traigo bajo la manga un as que se ha colado entre mis rejuvenecidos pasos: las ganas de contar a través de las palabras.

Vuelo sobre un océano inmenso de dudas que se presenta ante mi mirada haciéndome preguntas. Busco entre mis apuntes y no encuentro las respuestas; ni una de ellas que me de una pista de hacia dónde continúa mi camino. Soy libre para ser y eso me angustia. Me dejo envejecer para coger experiencia y darme un respiro: la vida espera siempre fuera para vivir. Y yo me acobardo por un instante y miro alrededor. Vuelo de Nueva York a Madrid sabiendo que fui feliz. Sonrío y suspiro. Toca volver a empezar, de cero, con miedo y con un nuevo latir. 













lunes, 11 de marzo de 2013

ELLA Y SU PUNTO DE VISTA.




He visto la belleza en su mirada y sin embargo, ella no ve nada a través de sus ojos. Estoy convencido que lo hace a través de su alma. Lleva consigo un bastón compañero guiándole en sus valientes pasos y no le abandona, como fiel amigo, por más oscuro que se torne el camino. Se desenvuelve con tal decisión y autonomía que capta mi atención al instante, y entonces ocurre uno de esos maravillosos momentos en que la vida deslumbra humanidad desatada, para nada cobarde. Se me enternece el alma de tal manera que un escalofrío invade mi piel de lleno y cala en mi huesos bien hondo, y cae de nuevo, esa lágrima humana que todo lo gana viajando hasta el borde de mi sonrisa, que pura y sincera, nace esbozada en mi cara. Miro alrededor. Se despojan los transeúntes pasajeros de prejuicios en un abrir y cerrar de ojos, y le observan con admiración descarada como si de una obra de arte en exposición se tratara. De igual manera hago yo. Me reprimo por un momento, al pensar que quizás no es eso lo que ella quiere. Su intención no será captar las miradas de aquellos que denotamos su disfunción evidente, aunque eso ocurra, quizás inevitablemente. Dejando eso a un lado, nuestros pensamientos coinciden flotando por el ambiente en que es un auténtico ejemplo a seguir, de esos que tanta falta hacen en esta sociedad vacía, tantas veces, de creer en lo que uno es y luchar aunque las cosas se vuelvan sombrías y parezca no amanecer. O quizás, tan sólo es una persona que desprende ternura y rompe barreras que otros crearon. De cualquier manera, me ha hecho cerrar los ojos por un momento para verlo todo más claro. Ella y su punto de vista para enfrentarse a la vida, me bastan para parar, por un instante, esta ceguera transitoria que no me deja salir a volar más allá de la alambrada.