- Bello,
despierta. He de decirte algo. Algo que no puede esperar...
Nada. Yo estaba
dormido profundamente, dormía plácidamente. La noche que estaba terminando para dejar paso al día
había sido memorable. No era ni siquiera aún del todo consciente de cómo ese
chico iba a repercutir en el resto de mis días venideros. Seguí durmiendo,
desnudo, arropado tan sólo por unas sábanas empapadas en sudor horas antes por
el sexo que habíamos consumido. Inolvidable. Hicimos el amor como dos
desconocidos que pretendían amarse para toda la vida. Sentí el peso de su alma
sobre mi cuerpo. Él también sintió lo mismo. Le amé en cada ráfaga que mi
sonrisa esbozó en su mirada, llena de infinita belleza, y él lo supo apreciar.
Lo entendió de tal manera que amarró sus brazos a mi costado como queriendo no
soltarme nunca, literal y emocionalmente.
- Mi avión
saldrá en unas horas -empezó a susurrarme al oído apoyado sobre la cama,
mirándome, observando cada arruga de mi cuerpo, a pesar de que yo no hice
ninguna mueca que le hiciera pensar que estaba despierto. De hecho no lo
estaba, yo dormía con la tranquilidad de haber vivido la noche más maravillosa
de mi vida, flotaba sobre la realidad.- Madrid siempre será la ciudad de mis sueños -continúo diciéndome- adoro vivir aquí, pero necesito cambiar de
aires. Y justo, cuando tomo la decisión de cambiar de vida, apareces tú. Tan
sólo hemos pasado unas horas juntos: ayer un montón de mariposas sobrevolaron la zona mientras charlábamos sobre temas tan dispares como la crisis, la política, el sexo, la música, los viajes
y el mundo... la vida: la tuya y la mía. Y hoy hemos pasado otras tantas horas conversando
sentados sobre mi sofá, devorándonos cautelosamente con la mirada. Ha sido entonces cuando no podía aguantarme más las
ganas y he sellado tus labios con mis manos, para inmediatamente besarte después. Así he hecho; tu boca estaba
provocándome tanto... no podría haber vivido más sin conocer tus besos. Después
hemos venido a la habitación y al observar cómo tu cuerpo se iba desprendiendo
de sus ropas al mismo tiempo que mi corazón se aceleraba, entonces lo he
entendido: eres tú, con tu belleza e inocencia, con esa luz que desprendes, con
la verdad que tan poca gente posee, lo que necesitaría yo para dar respuesta
a muchas preguntas. Me gustaría descubrirte y ver qué crece entre nosotros.
Quisiera por un instante volver atrás en el tiempo y quedarme aquí en Madrid
para darnos una oportunidad. Quizás no sería igual de especial nuestro
encuentro, ¿quién sabe? yo al menos no lo sé, pero aquí estoy. Duermes como un bebé, desnudo, lleno de pureza, desprendiendo
vida y paz... Quisiera pararlo todo, detener el tiempo, y vivir para siempre en
esta cama para observarte al despertar en cada amanecer, alejados del mundo, de todo
lo pasado, construyendo futuro. -Paró entonces para coger aire y continúo hasta
finalizar su confesión mientras yo me acurrucaba, aún dormido, para evadirme
del aire suave que entraba por la ventana- Tenemos todo el tiempo del mundo para
vivir, para conocer nuevos lugares, nuevos cuerpos, para perdernos... pero ya nunca estaremos solos ahora que nos tenemos. Volveré algún día para vivir el
resto de mi vida a tu lado, para amarte como te mereces, para cuidar de tu
corazón. Volveré para decirte eso que
supuestamente tan pronto no se debe decir por si resta importancia a los
sentimientos, pero yo lo siento ya, por loco que parezca. Te...
Te echaré de
menos, tanto.
La suave brisa
mañanera de principios de verano me despertó bien temprano. Estaba solo en la
cama, ocupándola por completo. Le escuché andando por la casa, haciendo la
maleta supuse. Recordé cada instante de la noche anterior y entonces suspiré
profundamente, y al rato sentí algo extraño. Se iba a marchar para siempre y había algo en mis
adentros que no me lo permitía. Pensé por unos minutos en algo que hiciera que
se quedara, incluso pensé en ir a despedirme al aeropuerto y pedirle allí que
mantuviéramos esto que había nacido entre nosotros, pero no, no hice nada de
eso. Lo único que decidí hacer fue sacar un trozo de papel de color verde que
tenía en mi cartera y escribir:
"Y mientras tanto miro y escucho la belleza de
este mundo descomunal. Resulta aún más bello sabiendo que en él tú estás." y por el
reverso, le puse: "Disfruta de la
vida, de las miradas, de las sonrisas, del sol, de la luna y de las estrellas,
de la música y de los silencios, de los lugares y su belleza... Nos vemos
pronto. Un abrazo y un beso. Fer"
Me vestí y salí
a dedicarle mis mejores buenos días. Tenía ya casi la maleta terminada. Posada
sobre todo el montón de ropa lucía la camiseta que nos hizo conocernos meses
antes. Hablamos poco más: que a qué hora salía el avión, que cuándo empezaría
su trabajo allí, etc. Bromeé y le dije que le esperaba pronto por Madrid, que nos
debíamos una noche de tequilas. Fue un momento a coger unas cosas y aproveché
para dejar la nota verde color esperanza en su cartera. Volvió y entonces llegó
el momento de la despedida. Nos fundimos en un abrazo y se me atragantó la
garganta tan fuerte que quedé inconsciente por unos segundos. Permanecí ahí,
flotando, abrazado a su cuerpo, amarrado a su vida. Nos besamos con la
intención de no olvidarnos nunca y yo me llevé su mirada clavada en mis
pupilas. Y me fui. La puerta se cerró y lloré todo el camino de vuelta a casa.
Al llegar a mi cama seguí llorando desconsolado.
Me debí de quedar dormido entre sollozo y sollozo. Me desperté de un sobresalto. Eran las 11.00 am del último día del mes de Junio. Despegó su avión.
Fotografías tomadas el día 12 de Junio de 2013 en San Sebastián de los Reyes, Madrid.
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