Si tan sólo miras la
vida pasar, la vida pasará y tan sólo habrás mirado, sin sentir, sin amar, sin
querer... se pasará todo tan rápido. Día tras día, esta es mi plegaría para
levantar mi cuerpo inerte de la cama y buscar una salida que me diga que aún
todavía queda luz oculta tras la oscuridad perversa. Pero cuesta, cuando con
las manos en los bolsillos busco, sin éxito, respuestas a todas esas preguntas
que sólo me inquietan.
Estoy cerrado por
reforma porque no encuentro poesía en el aire. Espero que vuelva pronto, pronto
a visitarme. Las gélidas ráfagas de viento que acarician mi adormecido cuerpo cuando rara vez salgo a pasearme, no hacen más que congelar mis ideas y
espantarme. Si por mi fuera gritaba, saltaba, bailaba, y... me marchaba lejos
para sentirme libre, para no volverme cuerdo. Pero me atrapan estas cadenas que
no se rompen ni con mis lágrimas al descubierto, ni con mis inmensas ganas por compartirme sincero.
Me ahoga este tiempo libre que encarcela mis placeres, y ya no sé vestirme de
risa para salir a buscarme.
Tengo polvo en las hombreras
y mi madera cruje por dentro. Soy de un tiempo pasado que me habla de canas
gastadas en veranos olvidados. Soy un absoluto desconcierto. Desafino notas
quebradas en las caderas de otros cuerpos; notas que chirrían en los oídos como
si ya no fuera el mismo de antes, como si estuviera perdido y solo en medio del
baile. No hay aplausos, ni público que los arranque. El repertorio ya cansa, las
luces se funden, el telón baja. Se termina la función por esta vez, hasta nuevo
aviso...
...hasta que el peso de
otro cuerpo despierte esta alma.
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