Sabe
el amor que a lo lejos, en la distancia, se divisa el abismo, infinito, pero
inmensas son las ansias de encontrarle pronto en mi camino, que deje de ser
desconocido, para saberle distinto y acurrucarle en mi cama. Sabe el amor que
de cerca me pierden las ganas y el apetito se activa babeando saliva mojando hasta
mi ombligo, desatando lo sexual, liberando mi líbido. Sabe mi amor que quiero
encontrarme desnudo envuelto entre sábanas blancas, alguna mañana cualquiera de
domingo. Saben, los que ya amanecieron conmigo, que ha de ser especial, el momento
y el lugar precisos, si no... no vale de nada, no vale que arranquen de mi alma
algún mísero gemido. Saben, pero yo aún no sé, cuál es el camino a seguir
cuando el corazón bombea indeciso, queriendo latir a prisa. Sé, y los demás no
saben entender, que tener que elegir
me duele, me ausenta, me remueve, me atormenta, calando bien hondo en mis
sentidos. Y a sabiendas de querer querer, quiero encontrar atino en un suspiro
repentino que no se líe con más miradas, para mirar al futuro con pies
descalzos y el alma descubierta. Pero es que entre tanto y con tan poco, me
quedo con las manos en los bolsillos, vacías, vacíos, mirando cómo se pasa la
vida, sintiendo cómo me atraviesa la rabia como una daga que amarga por no
tener dos vidas enteras para amar más de lo debido.
Fotografías tomadas el 20 de Septiembre de 2013 en Madrid en colaboración con el fotógrafo y amigo Luis Sosa (Luissh Photos facebook page).
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