viernes, 30 de noviembre de 2012

HASTA SIEMPRE, HASTA PRONTO, NUEVA YORK QUERIDO.


Se perfila a lo lejos la gran ciudad que me despide con sus edificios rascando el cielo para ver si le hacen cosquillas a todos mis recuerdos, y así no doler como daña este adiós atragantado en el tiempo. Mis ojos no oponen resistencia a las lágrimas que se amontonan en mi mirada, resbalan por mi cara hasta sumergirse en mi esencia, empañando las entrañas de los días aquí vividos pero sin el pesar de los actos no cometidos. Llegó el día de la despedida. Me visto con la felicidad más pura convertida en poderosa armadura contra la dureza de la vida. Para siempre viajarán conmigo en cada célula de mi organismo todos los sentidos que provocaron aquellas personas que se cruzaron en mi camino. Vestidos ellos de diferentes colores y con miles de sabores en sus miradas traídas de todas partes del mundo, me enseñaron que lo bueno siempre espera en aquello que nunca conocimos; que en la diferencia está la grandeza de la humanidad al entenderse a pesar de los kilómetros no recorridos.

Aún respiro el humo de aquellos taxis amarillos que bañan las calles y avenidas de un tono yellow submarino y me llevan a imaginar que entre tanto tráfico excéntrico, todo se puede lograr si dejas el corazón incluido. Yo, que soñaba por soñar hace ya algún tiempo lejano, con venirme a vivir a la gran ciudad, hoy me pellizco la piel a suspiros para hacerme ver que estos tres meses en mi maleta guardan más que un viaje de turismo. Me susurro al oído entre sollozos contenidos, el eco que aún resuena en mis sonidos del silencio más bruto frente al estruendo ensordecedor de Manhattan desde uno de mis sitios favoritos: el puente de Brooklyn me abrió sus puertas y yo crucé todas las fronteras, rompí con todas mis barreras; mis sueños hicieron lo propio y desperté con las ventanas abiertas entre sábanas blancas envuelto de tantas vueltas que me dio la vida para llegar más allá de donde podría imaginar. Me imaginé feliz mucho antes incluso de venir. Me vi inmensamente humano y pletórico viviendo aquí. No podría dejar plasmado en palabras cada instante en mi mente grabado, eso me lo guardo en mí.

Paro por un instante y anochece por última vez en este viaje. Entonces se amontonan en mi mente de nuevo, de manera incandescente, las bocanadas de aire fresco que mis pulmones se permitieron dando fuerza a una sonrisa que tantas veces me recuerda lo que es la vida. La vida no es más que una lucha por los sueños que se cruzan entre calles ordenadas con avenidas inmensas y que a veces se desvían por una diagonal imperfecta que lo cruza todo dejando en el aire las ganas de cambio y certeza. Entre tanto edificio puedo ver clarificado el sentido de un gran Empire State que mantiene siempre firmes los puntos cardinales de mis ideales limitando con cualquier pequeño detalle que haga inmenso el instante de sentirme libre y vivo.

Despega ya este avión que me lleva de vuelta a mi vida de Madrid, tal como la conocía, y mi mirada se vuelve de oro al apreciar la inesperada despedida. La ciudad llena de luces ante mis ojos, brilla. Millones de puntos deslumbrantes que desde el cielo puedo encontrar sin esforzarme dan luz a mi alma que ansiosa, se llena de felicidad pura y dura y no deja cabida a la nostalgia. El trayecto de este avión da paso a un mar de nubes blancas deslumbrantes sobre una noche llena de luna y estrellas brillantes que en el horizonte marcan el destino a seguir, y me recuerdo por lo que fui allí. Nueva York despertó mi corazón dormido en los laureles que cansado de no tener quehaceres, huyó allí donde la jungla daba cabida a un alma contenida. Desaté todas las ganas por plasmar con fotografías y palabras el amor en su más puro sentido. Y aunque hubo momentos en los que el miedo colapsó por completo la sangre de mis venas, admito que fui valiente y le hice frente, y me convertí en el pincel de mi propia vida bien consciente.

Ahora ya respiro en el hogar el aire cargado de familia y amistad que se quedó parado esperando mi bienvenida. Ellos son parte de mi sangre, son mi vida. Pero ahora también comparten espacio con todas las marcas que en mi piel se aprecian: el resquicio de mi sueño cumplido. Mi corazón tiene un nuevo mapa en él dibujado, Brooklyn en mí está escrito.

Hasta siempre, hasta pronto, Nueva York querido.




Las siguientes fotografías son sólo una pequeña parte de miles de imágenes que he cosechado durantes tres maravillosos meses: Septiembre, Octubre y Noviembre de 2012, y que desde ahora y para siempre, serán parte de mí. Por supuesto, tomadas a lo largo y ancho de la ciudad de Nueva York.











































































"In New York,
concrete jungle where dreams are made of,
there’s nothing you can’t do,
now you’re in New York,
these streets will make you feel brand new,
the lights will inspire you,
lets here it for New York, New York, New York..."