miércoles, 26 de septiembre de 2012

NADA SE COMPARA A ESO.


A miles y miles de kilómetros de aquello que llamo hogar, he aprendido a valorar. Voy con paso lento dejándome llevar por el viento y a cada paso que doy aún más firme me siento, en que nada se compara al amor que tengo esperando al otro lado del mar. Todas aquellas personas que visten mi vida de rosa, que le dan un tono claro y dulce, me faltan entre estas cuatro paredes de mi apartamento de Brooklyn. Pero me siento tranquilo y feliz, porque sé que estarán ahí, a la vuelta de un suspiro, sabiendo que son parte de mi. En cada paso que avanzo como persona, en cada acera que pisan mis pies, ellos se asoman. Me enseñaron a crecer, a mirar ahora todo lo bello que puedo entender. Incluso cuando tengo miedo y frío, ahí están, sin saberlo, haciéndome sentir fuerte y valiente, dándome cobijo; en forma de recuerdo o de flashback en un instante se aparecen y yo me siento de nuevo en el hogar. Estoy convencido de que soy afortunado y quizás por eso, con paso firme y elegante ando. Tengo entre mis huellas dactilares el resquicio de cada una de sus sonrisas con las que vistieron mis días de risa y ahora sólo puedo caminar, para hacer de este mi sueño hecho realidad. Porque nada se compara a eso... A ellos... hoy le dedico a cada uno que habita en mi corazón este trozo de texto.


Fotografías tomadas en la ciudad de Nueva York durante el mes de Septiembre de 2012. Prueba de mi felicidad para que ELLOS lo vean.






sábado, 22 de septiembre de 2012

ESTUDIO SIN ALMA.


Me ahogo, se me agota el aire. Me siento solo, sin nadie. Las lágrimas empiezan a cubrirme por completo la vista y a nublarme la mirada. Ahora ya no veo nada claro, lo percibo todo oscuro, raro. El agobio puede con esta distancia que me separa de sentirme bien en casa y por eso me encuentro entre estas cuatro paredes blancas sollozando como un niño desolado. Este estudio no tiene alma; ni alma, ni corazón, ni el sabor que deja tu beso de buenas noches. Todas las cosas están patas arriba esparcidas por el cuarto y yo aún permanezco aquí tirado; me siento desamparado. Mi rostro está algo desencajado por un cambio no esperado. Mi cuerpo hoy sólo habla de los días aquí vividos, de la falta de amor sincero que me engorde los kilos que ya he perdido. Me siento menos consistente. Necesito alguien que me abrace fuerte. Fuerte y con cuidado que me duele no saber dónde dormir, donde estar en paz con mis pensamientos macabros. Mis manos tiemblan al escribir estas palabras que tan sólo buscan calmar mi razón, pero sigo inquieto y solo, y se me corta la respiración. Me siento lejos, muy lejos de mi hogar. Descuelgo el teléfono, empieza a dar señal. Ella descuelga a miles de kilómetros de aquí y yo escucho el sonido de su voz que lo apacigua todo en mi interior. 

- Mamá -le digo con la voz rota y quebrada. Ella me escucha y aguanta sus lágrimas. Me calma- 

Vuelvo a respirar...

Jason Mraz - 93 million miles.
La música, al igual que las personas, nos ayuda en muchas ocasiones a trasmitir o hacer llegar un sentimiento a nuestro cuerpo que a veces no es posible de cualquier otra manera. Escuchar esta canción me hace estar en paz, me hace sentir en mi hogar.

ESCAPAR.


Cuando la ciudad aprieta y el aire asfixia, cuando las ganas de vivir al máximo se difuminan, cuando el sol penetra débil en nuestras entrañas, cuando el dibujo que tienes de la vida se asemeja a una gran telaraña, lo único que queda es escapar. Huir del humo que emanan los tubos de escape de esos coches amarillos, para coger aire puro y limpio y reconstruirse una vez más. Olvidar todo aquello que un día nos mantuvo unidos y volverlo de nuevo a crear. Escapar de un reloj que nunca llevo a cuestas por miedo a naufragar en la ansiedad del paso del tiempo perdido. Pelear continuamente con la rutina que lucha con nuestra mente, frente a frente, queriendo instalarse en nosotros para siempre. Caminar, no importa cuán rápido o despacio se haga, pero no quedarse parado, ni siquiera a la espera en la estación de un tren que quizás se haya quedado estancado. Vivir libremente sin la atadura de que quizás haya alguien mirando. Mirar hacia adelante cuando el pasado nos quiera arrastrar. Disfrutar de las cosas más simples y bellas. Y respirar...


Fotografías tomadas los días 2 y 15 de Septiembre en Central Park, New York.












lunes, 17 de septiembre de 2012

PASEO PARA RECORDAR(TE).


El sol va cayendo en Coney Island en esta tarde de domingo solitaria. La gente pasea sus ganas de sentirse para siempre en la estación más vivaracha. Los niños y no tan niños disfrutan como niños de la playa. Y yo aún busco tus huellas en la arena mojada. Puede que el tiempo que hace que no te ve este mar pasearte con tu risa sea largo, pero siento tu implacable presencia en el vuelo libre de las gaviotas y se me estremece el alma. Curiosa coincidencia la nuestra: tú, de este lado del planeta; yo, de la tierra que está cruzando el charco; tú, que ahora estás tan lejos y yo, que no dejo de pensarte en cada paso, en cada grano de arena, en cada vendaval de aire fresco, en esta mitad de Septiembre que me tiene algo colgado. Te percibo cuando la brisa de este océano acaricia mi cara e imagino tu cuerpo danzando al son de un atardecer mojado, saliendo del agua tan bello... ¡Ay qué sería de mi si te tuviera a mi lado! Mi sonrisa pasearía convencida de que al fin ya te he encontrado y ya entonces sólo quedaría esperar a que nuestros labios bailaran al ritmo unísono de nuestro latir de corazón, alocado. Tu mano junto a la mía, amarradas con vistas a esta montaña rusa, bajando y subiendo por la vida. Frente a frente, deteniendo el tiempo en un suspiro prolongado, disfrutando de cada pequeño movimiento... Casi puedo notar que estás conmigo en este sueño.


Fotografías tomadas en Coney Island el 16 de Septiembre de 2012. 













Y vuelvo mi mirada al mar, para ver si en menos de un suspiro, me vienes con tu recuerdo a salvar, porque te extraño tanto.

sábado, 15 de septiembre de 2012

EL PUENTE QUE NOS UNE.


Hay un puente que cruza mis sueños, que va de Manhattan a Brooklyn, que acerca mi corazón con tus besos, que me lleva hasta tu recuerdo. Este puente, marcado por el paso del tiempo, aquel en que apenas nos conocimos, el mismo que aún tenemos para conocernos, aguanta uniendo corazones sin dueño. Supongo que el brillo del sol que en sus anclajes se refleja no es mera coincidencia, sino una señal más de que tu ausencia se hace presencia brillando en mi latir. Y el agua de río que bajo él camina, calma mis sentidos y me habla de tu risa, de tus besos, de tus miradas a escondidas en aquella habitación de Madrid. Y la gran ciudad que se vislumbra a lo lejos, cargada de humo y de ruido, me viste con tus sentidos, con tus caricias, con tus historias, aunque hoy no estés aquí.
Me siento en la orilla a esperar y mientras tanto te extraño tanto en este puente me conecta con tu vivir. Espero, por esperar, aquí con los brazos abiertos, a que me digas que sí, que volveremos a vernos, que me abrazarás de nuevo en Madrid.


Fotos tomadas en New York en Septiembre de 2012.














 
 

martes, 11 de septiembre de 2012

GIGANTES DE HIERRO Y METAL (ONCE DE SEPTIEMBRE)


Despertar un once de Septiembre en Nueva York y ver que ya no están, que aunque yo nunca descubrí su más pura esencia, no están. Alzadas al sur de la jungla del ladrillo, casi tocando el cielo, coronando la ciudad. Cómo puede ser que ya no estén, que se llevaran tanta vida como guardaban dentro...

Recuerdo aquel día como si fuera ayer. Yo a penas soñaba con venirme a vivir aquí. Acababa de terminar de comer y entonces se instaló en mi mente, y en la de tanta gente, la imagen de los gigantes de hierro y metal ardiendo y desplomándose hasta dejar nada sobre la nada. Tan sólo polvo y cenizas, y aire cargado de un miedo aterrador, a punto de estallar. La guerra de los colores de piel, de los dioses, del dinero, comenzaba... una vez más. Se reavivaba el fuego que aumentaba la llama del odio y de la ira, y aunque todo pareciese una mentira, una horrible pesadilla, era real. Superando a cualquier película de ciencia ficción, me hallé junto a mi familia en el salón contemplando aquel horror, y todo lo que vino después: controles de seguridad, más odio, más ira, alguna que otra mentira, y lágrimas, y miedo e inseguridad, y guerras y más guerras de nuevo,... El mundo cambió por completo.

Imaginaba la desolación de quienes habían perdido a alguien en aquella manifestación tan horrible de quienes quieren pero no pueden -así no- y entonces se me sobrecogía el corazón. Imaginé también por un momento la angustia de las vidas que salieron volando de aquel amasijo de hierros para caer al vacío y entonces rompí a llorar, así como rompieron sus sueños.
Ahora respiro Nueva York, y aunque la tristeza aún permanece, descubro que hubo otro once de Septiembre, ese que se instaló en mi corazón, y en el de tantas personas... Aquel once de Septiembre que nos movió para siempre la razón. Desde entonces ya no vemos la vida con los mismos ojos, ahora sabemos que sentimos dolor y miedo, que aunque la catástrofe destruyese algo de nuestros adentros por completo, no se va de nuestro recuerdo y eso nos ayuda a caminar, a luchar con más fuerza, con menos armas, a vivir con más bondad. Ahora somos nosotros gigantes de hierro y metal en busca de paz y de amor, de caricias que nos puedan abrazar.



Fotos tomadas el 9 de Septiembre en 9/11 Memorial en Nueva York.













domingo, 9 de septiembre de 2012

WELCOME TO BROOKLYN.

Cambio de rumbo, de lugar, de vida, para descubrirme qué quiero, para recordame qué tengo. Tan sólo por un momento. Pero no cambio de hogar bajo ningún concepto. Cambio de aires para seguir viviendo limpio y puro, para dejarme llevar por lo más humano y duro, para volar con el viento. Cambio para moverme, para no dar nada por seguro, para seguir cultivando sueños. Cambio para mantener la esencia, para disfrutar de la presencia, para bailar con la vida bajo la lluvia. Cambio, vuelo y aterrizo en Nueva York para volver con los bolsillos llenos de historias y lugares, de personas y mestizajes, para seguir latiendo mi corazón.
Y pronto volveré para abrazar las sonrisas que me han ayudado a crecer, para comtemplar las miradas que un día me vieron nacer, para no soltar la mano de aquellos que me hacen tanto bien.
Volveré... para sentirme en casa y poder soñar bien alto y fuerte.

Fotos tomadas en New York del 01 al 09 de Septiembre de 2012.