miércoles, 29 de mayo de 2013

ESTAMOS EN CRISIS.


Llevaba tiempo sobrevolando la zona. Esa sensación de que todo se está desvaneciendo y resulta insostenible se ha hecho inevitable al parecer. Cerramos los ojos y al abrirlos miramos para otro lado. No quisimos hacerle frente y al final... ¡plaff!, se instaló de lleno en nuestras cabezas. Y ahora, así como lo está la economía, el empleo, lo público, la educación, la sanidad,... nosotros, oficialmente, también estamos en crisis. Nos falta humanidad y verdad, y tantas cosas con las que contábamos que nos hacían ser y estar.

Todo resulta diferente. Llevamos un tiempo vagando por el mismo piso, quizás por costumbrismo, pero sin ni siquiera mirarnos a los ojos. A veces corre el viento por el pasillo y entonces llega algo de brisa reconfortante que parece traer buenos recuerdos haciendo latir todo lo que hemos vivido hasta ahora, pero tal como viene se vuelve a marchar y con ello desaparece el latir. Entonces otra vez pasa que pesa el alma en el cuerpo y peor aún, su vacío. Ese vacío que arranca de lo malo y grita soledad pidiendo auxilio. Ese vacío no es como el depósito de combustible de un coche, que cuando salta la luz de reserva te diriges hacia una gasolinera y dices "lleno, por favor" aún a sabiendas de que las cosas están como están y te costará un ojo de la cara hacer que esa luz deje de inquietarte y vuelva esa pequeña crisis a su lugar. Incluso, si la cartera no está muy abultada ese día, puedes permitirte subsanar la situación llenándolo por el momento hasta la mitad. Pero, como decía, lo nuestro no funciona así. La luz está ahí, permanente, y no hay dinero que llene ese vacío que siente el alma. Hemos consumido hasta las reservas de aquello que sostenían nuestros cimientos y ahora sólo podemos tragar saliva y apretar la mandíbula. Entretanto ando mirando hacia atrás buscando el momento en que algo lo cambió todo, pero sé que no hay momento voluntario ni culpa disponible que vaya a asumir que ya no somos los mismos y que se lleve lejos esta sensación. Está presente en nosotros, arrebatándonos poco a poco el elixir de la juventud que se resiste a marchar y se va cargando el aire de reproches y mentiras, de silencios, de sonrisas de relleno, de excusas que hasta nosotros mismos creemos.

Por eso digo que oficialmente estamos en crisis. Y como cualquier crisis conllevará de ciertos cambios para que se pueda resolver y salir a flote, para volver a encontrar un nuevo sentido a eso que tenemos. Me pregunto a qué afectarán esos cambios, qué cambiará y qué no lo hará, y qué se quedará para siempre en el recuerdo, si volverá a sonar aquella canción en el coche camino de algún nuevo o conocido y viejo lugar. Me pregunto también quién o qué llegará de distinto para crear nuevos momentos, o cómo encontraremos el camino en el que vernos, si es que lo debemos de hallar. Me pregunto, por dramatizar, qué es eso exactamente que tenemos.

Se agolpan en mi mente de repente todos los momentos que hemos vivido como cosiendo una tela de araña de la que no me es fácil escapar. Quiero evitar hacerme más daño y no montarme en ese caballo desbocado que me lleva a acariciar aquellos instantes de vida, pero es inevitable y me rindo ante su galopar y todo lo que me hizo plenamente feliz un día. Fuimos jóvenes eternamente por un tiempo, creía en ello, por eso estoy buscándole las cosquillas a esta soledad tan seria que nos separa, cada día más. Pero no lo consigo, no encuentro el acierto. 


Entonces pasa que mi vacío me grita demasiado, la sangre me hierve, y el corazón me llora desconsolado. Voy corriendo al espejo y me digo "calma, ya irá todo volviendo a su sitio" (como si las relaciones o las cosas tuvieran un sitio fijo de bienestar pleno y perpetuo). Empieza a derramarse una lágrima que se desliza solitaria por mi mejilla fruto de la angustia y de los nervios que crecen por dentro, y en ese momento, el trozo de cristal que refleja lo mejor y lo peor de nosotros, me ofrece mi cara más sincera y humana. Reconozco mis fallos y mis aciertos, mis virtudes y mis defectos, mis pérdidas y mis sueños. Me perdono, me abrazo y me beso, y bailo conmigo en silencio. Decido respirar y dejar que el amor, aunque dañado y resentido, haga el resto... para que quede sólo lo bueno.




Fotografías tomadas el 25 de Mayo de 2013 en Madrid.



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