Sus ojos le delatan
cuando me mira de esa manera. Sabe que tenemos el tiempo contado porque no me
queda mucho más por estar en esta tierra, pero aquí sigue, a mi lado. Y lo
cierto es que su sonrisa me basta y me llena tanto en este instante que no me
importa si en unos días me marcho lejos, quizás para siempre. Su piel color
chocolate hace que sin quererlo piense que él es mi Noviembre dulce y que vino
de alguna manera a endulzarme. Cautivadora, su mirada, traspasa por dentro de mi
fragancia y deja mostrar aquello que no se enseña si no hay confianza. Le
agradezco plenamente su tiempo a mi lado, dedicándome paciencia en sus palabras
cuidadas con acento de varios mares. Resulta adictiva su risa que ingenua me
provoca a estallar mis carcajadas, y a pensar en lo bello de la vida al poder
compartirla con personas que jamás pensabas.
A veces escapo del sueño de lo peculiar de conocernos y regreso a la Tierra para entender que esto acabará tarde o temprano, y volveré de nuevo a mi ciudad. Asique yo sólo ruego porque no me pregunte si le quiero, no quiero estropearlo. Yo sólo quiero disfrutar de sus manos con las mías, que entrelazadas, juegan a plantarle cara a un planeta deseoso por separarnos. Quiero continuar como buenos actores, dibujando una efímera película, merecedora de mil galardones por la carga positiva. Olvidar que habrá un mañana quizás sin su mirada despertándome nuevas fantasías. Y no arrepentirnos de nada: vivir la vida.
A veces escapo del sueño de lo peculiar de conocernos y regreso a la Tierra para entender que esto acabará tarde o temprano, y volveré de nuevo a mi ciudad. Asique yo sólo ruego porque no me pregunte si le quiero, no quiero estropearlo. Yo sólo quiero disfrutar de sus manos con las mías, que entrelazadas, juegan a plantarle cara a un planeta deseoso por separarnos. Quiero continuar como buenos actores, dibujando una efímera película, merecedora de mil galardones por la carga positiva. Olvidar que habrá un mañana quizás sin su mirada despertándome nuevas fantasías. Y no arrepentirnos de nada: vivir la vida.
Noviembre...
perfilándose en sus labios, deteniendo un tiempo extraño, y acelerando las
agujas de todos los relojes callados, calmando mares y océanos, provocando mil
torbellinos. El frío que empieza a acariciar sus huesos me hace mostrarme
sincero y ofrecerle cobijo en mi abrazo; canciones y juegos bajo una sábana
repleta de buenos momentos que me harán recordarle siempre dulce.
Porque dulce
es el sabor, amigo, de conocerte, que se queda en mi saliva, posiblemente, para
siempre.
Fotografías tomadas la tarde del 18 de Noviembre en Brooklyn Bridge park.
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