lunes, 17 de septiembre de 2012

PASEO PARA RECORDAR(TE).


El sol va cayendo en Coney Island en esta tarde de domingo solitaria. La gente pasea sus ganas de sentirse para siempre en la estación más vivaracha. Los niños y no tan niños disfrutan como niños de la playa. Y yo aún busco tus huellas en la arena mojada. Puede que el tiempo que hace que no te ve este mar pasearte con tu risa sea largo, pero siento tu implacable presencia en el vuelo libre de las gaviotas y se me estremece el alma. Curiosa coincidencia la nuestra: tú, de este lado del planeta; yo, de la tierra que está cruzando el charco; tú, que ahora estás tan lejos y yo, que no dejo de pensarte en cada paso, en cada grano de arena, en cada vendaval de aire fresco, en esta mitad de Septiembre que me tiene algo colgado. Te percibo cuando la brisa de este océano acaricia mi cara e imagino tu cuerpo danzando al son de un atardecer mojado, saliendo del agua tan bello... ¡Ay qué sería de mi si te tuviera a mi lado! Mi sonrisa pasearía convencida de que al fin ya te he encontrado y ya entonces sólo quedaría esperar a que nuestros labios bailaran al ritmo unísono de nuestro latir de corazón, alocado. Tu mano junto a la mía, amarradas con vistas a esta montaña rusa, bajando y subiendo por la vida. Frente a frente, deteniendo el tiempo en un suspiro prolongado, disfrutando de cada pequeño movimiento... Casi puedo notar que estás conmigo en este sueño.


Fotografías tomadas en Coney Island el 16 de Septiembre de 2012. 













Y vuelvo mi mirada al mar, para ver si en menos de un suspiro, me vienes con tu recuerdo a salvar, porque te extraño tanto.

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